Claves para el bienestar emocional

Publicado el: 03/10/2018

El manejo de emociones es una competencia emocional sumamente esencial en la vida de las personas. En ocasiones las emociones toman el control sobre nosotros, nos desbordan, nos superan. De ahí la importancia de saber cómo manejarlas.

Todas las emociones cumplen una función importante, nos preparan para una clase distinta de respuesta; por ejemplo, el miedo provoca un aumento del latido cardiaco que hace que llegue más sangre a los músculos favoreciendo la respuesta de alerta; en el caso de la tristeza, el desánimo, el decaimiento y el desinterés que lo caracterizan cumplen la función de dejar ir algo que ya no está, que “ya no puede ser”, algo doloroso, etc. Es decir, nos ayuda a elaborar el duelo, además de dar señales a los demás de que necesitamos su ayuda.

No todas las personas somos igualmente hábiles a la hora de expresar nuestras emociones: unos resultamos más torpes o pobres, limitándonos a decir estoy bien, mal, regular, etc. En otros casos, somatizamos la expresión de lo que sentimos con explicaciones del estilo “tengo un nudo en la garganta”, “tengo el estómago revuelto” o “se me encoje el corazón”, por ejemplo.

La regulación emocional es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia de la relación que hay entre lo que sentimos (emoción), lo que pensamos (cognición, interpretación) y cómo reaccionamos (comportamiento).

Resulta fundamental ser consciente de cómo el estado afectivo en el que me encuentro, en cada momento, va a influir en mi comportamiento: porque siempre tenemos la posibilidad de elegir qué hacer con el enfado o con la pena; podemos gritar, enfadarnos sin control… o buscar otras formas de descargar el enfado, por ejemplo, que no nos dañen ni a nosotros ni a los demás.

Esta toma de conciencia nos permitirá disponer de un amplio repertorio de estrategias de afrontamiento.

¿Qué pasos hemos de dar si queremos hacer una adecuada gestión de nuestras emociones?

  • Identificar, tomar conciencia de nuestras emociones: implica ser capaces de detectar y expresar lo que sentimos, identificar qué sensaciones corporales lo acompañan, etc. Este es el primer paso, conocerlas; una vez que puedo nombrar lo que siento, podré saber cómo hacerle frente.

 

  • Aceptar y asimilar lo que siento: hemos de aceptar que las emociones existen, que forman parte de nosotros, que no podemos vivir al margen de ellas; ya que, además, nos aportan una información muy valiosa. Por tanto, resulta fundamental darnos permiso para sentir esa emoción.

 

Una vez sea capaz de elaborar estos elementos previos en mi mismo, podré dar el paso siguiente, de considerarlos en los demás (identificar y asimilar).

A partir de aquí es necesario hacer un ejercicio de autoconciencia, con el objetivo de:

  • Reflexionar y comprender lo que sentimos: es importante esforzarnos por analizar qué nos ha hecho sentir de una determinada manera, es decir qué es lo que está causando esa emoción en mí. Esta será la única manera de poder buscar una solución a lo que lo ha provocado, y a continuación valorar una forma de manejar dicha emoción de manera saludable.
  • Regular la emoción: buscar aquellos mecanismos que nos ayuden a gestionarlas correctamente, es decir que nos permitan dar una respuesta más adaptativa. De esta manera lograremos integrar esas emociones sin exagerarlas y adaptándolas a cada situación.

El entrenamiento en una adecuada gestión emocional nos ayuda a mantener un mayor autocontrol; sin autocontrol no es posible alcanzar ninguna meta en la vida. Para ello es fundamental responsabilizarnos de nuestras emociones en cada momento: de nuestra alegría, de nuestro enfado, etc. y de las conductas que las acompañan.

Siguiendo el esquema anterior y siendo honestos en relación a nuestras emociones, podremos contribuir a nuestro desarrollo y fortalecimiento emocional.


Estos elementos son CLAVE para alcanzar una mayor sensación de bienestar