Automedicación

Publicado el: 12/12/2014
Automedicación

Introducción

¿Cuántos de nosotros hemos entrado en una farmacia a comprar un medicamento que ya habíamos tomado y nos había ido bien? ¿Cuántas veces hemos seguido el consejo de un familiar o conocido que nos recomienda tomar tal o cual medicamento porque él lo ha probado y le ha ido bien?

Los profesionales de la salud venimos observando con cierta preocupación que, cada vez con más frecuencia, las personas tienden a medicarse para tratar diferentes afecciones o enfermedades.

Dentro de este grupo de personas que se automedican hay unos que lo hacen responsablemente, tratando las afecciones leves o enfermedades que han sufrido con anterioridad mediante los fármacos que se pueden adquirir sin receta (EFP), pero hay un porcentaje elevado (28%) de personas que lo hacen de manera indiscriminada.


Definiciones

Automedicación

Vamos a definir una serie de conceptos que nos ayudarán a entender mejor este artículo.

Fármaco

Compuesto químico que interacciona con el organismo y proporciona métodos efectivos para el tratamiento y prevención de enfermedades y síntomas.

Forma farmacéutica

A los fármacos se les da la forma más adecuada para poderlos administrar, es decir, encontramos los medicamentos en forma de comprimidos, jarabes, cápsulas, inyectables, etc.

Efectos adversos

Antes de ser comercializados, los medicamentos pasan largos procesos de autorizaciones y ensayos clínicos para estudiar sus efectos, tanto los beneficiosos como los adversos; sin embargo, cuando los utiliza la población general se pueden detectar efectos poco frecuentes o los que aparecen después de un uso continuado.

Los efectos adversos son efectos nocivos y no intencionados que se presentan cuando se toma un medicamento en las dosis ajustadas a las características personales (edad, peso, sexo, etc.). Cuando se sospecha que un medicamento nos puede estar produciendo una reacción adversa, debe comunicarse al médico que nos lo ha recetado o bien al farmacéutico; ellos serán los responsables de notificarlo al centro autonómico de Farmacovigilància.

Automedicación

La automedicación se refiere al uso responsable de medicamentos por parte de la persona, normalmente cuando conoce tanto los síntomas de su enfermedad como los medicamentos para combatirla.

Autoprescripción

Se refiere al uso indiscriminado de fármacos sin indicación ni prescripción médica y sin tener en cuenta que todo medicamento supone un peligro potencial si no es utilizado adecuadamente.

EFP

“Especialidad Farmacéutica Publicitaria” son medicamentos que no precisan receta para su dispensación y, además, están sometidos a publicidad en los medios de comunicación. Las EFP son lo mismo que los fármacos OTC (over the counter), es decir, “medicamentos de mostrador”. Son medicamentos y preparados autorizados para aligerar enfermedades leves como por ejemplo:

  • Dolores leves (dolor de cabeza, dolores dentales, musculares, menstruales)
  • Molestias intestinales (acidez de estómago, flatulencia, estreñimiento, diarrea)
  • Enfriados, estados gripales
  • Afecciones de la piel (picores, picaduras de insectos)
  • Etc.

Nombre comercial

Si usted no está familiarizado con el ámbito sanitario y le digo palabras como por ejemplo diclofenaco, piroxicam o metamizol le parecerá que hablo otro idioma, pero si digo Voltaren, Feldene o Nolotil, sabrá que estoy diciendo nombres de medicamentos. En el primer caso los he llamado por su nombre genérico o principio activo y en el segundo caso los he llamado por su nombre comercial.

Cuando se comercializa una sustancia para su uso como medicamento, los laboratorios le dan un nombre genérico o denominación común internacional, registrado por la OMS y un nombre comercial. Un mismo principio activo puede ser comercializado por diferentes laboratorios, adquiriendo, por lo tanto, diferentes nombres comerciales o marcas. (Véase tabla)

 
Principio activoNombres comercialesGrupo farmacológico
Paracetamol
  • Gelocatil
  • Termalgin
  • Febrectal
  • Apiretal
Analgésico/antitérmico
Ibuprofeno
  • Neobrufen
  • Espidifen
  • Dalsy
AINE
Amoxicilina
  • Ardine
  • Clamoxyl
  • Eupen
Antibiótico
Diazepan
  • Valium
  • Vincosedan
  • Stesolid
Ansiolítico

Medicamentos genéricos

Son medicamentos que tienen el mismo principio activo (ej.: ibuprofeno, omeprazol, diazepam, etc.), la misma forma farmacéutica (ej.: comprimidos, jarabes, cápsulas, etc.), la misma dosis y la misma bioequivalencia (se comporta de igual manera y tiene el mismo efecto sobre el organismo) que el medicamento original, con marca. Un medicamento genérico se reconoce porque el nombre del medicamento lleva añadidas las siglas EFG (especialidad farmacéutica genérica). Estos medicamentos nos ofrecen la misma seguridad que otro medicamento de marca, ya que todos los fármacos aprobados por el Ministerio de Sanidad han pasado controles de seguridad y eficacia.

La diferencia entre los medicamentos con marca y los genéricos es fundamentalmente el ahorro económico; los genéricos son más económicos debido a los menores costes de investigación y desarrollo del fármaco.


Beneficios de la automedicación

Automedicación

La automedicación permite la solución o el alivio de muchas molestias y pequeños problemas de salud (enfermedades leves de cuello, estómago, oído, tos, resfriados, algunos dolores crónicos, etc.) que se nos presentan, se puede realizar desde la propia autonomía de un individuo bien informado en el uso de técnicas y medicamentos útiles y seguros. Un paciente bien informado sobre por qué se le receta un medicamento aceptará de buen grado las decisiones del médico.

Esta manera independiente de tomar medicamentos es complementaria (y no opuesta, el contacto médico-paciente no debe desaparecer) a la tarea del médico y nos evitará desplazamientos, esperas y otros inconvenientes de la asistencia sanitaria, que en muchos casos está congestionada.

Según la Organización Mundial de la salud (OMS), la automedicación genera los siguientes beneficios a nivel personal y social:

  • El alivio o la solución de pequeños problemas de salud se puede hacer de forma autónoma y complementaria a la tarea profesional de los médicos.
  • Se incrementa la autonomía y la responsabilidad de las personas en el cuidado de su salud.
  • Se evitan esperas, desplazamientos, pérdidas de tiempo, etc.
  • Se contribuye al desahogo del sistema sanitario, congestionado por enfermedades susceptibles de tratarse de forma autónoma.

La automedicación es una realidad que debe asumirse. La información y la educación sanitaria pueden ayudar a que se haga de forma responsable y positiva y que se consiga erradicar la automedicación indeseable y peligrosa.


Consecuencias de la automedicación

Automedicación

El Ministerio de Sanidad y Consumo recientemente informaba que un 28% de los españoles manifiesta ser consumidor de fármacos por iniciativa propia o consejo ajeno y cerca del 10% de las urgencias hospitalarias son causadas por el uso indebido de medicamentos.

Sin conocimientos suficientes sobre los riesgos y ventajas de los medicamentos y sobre cuándo y cómo utilizarlos, a menudo las personas no obtienen los resultados clínicos esperados y, además, pueden sufrir efectos adversos que pueden comprender desde dolor de cabeza, mareo o somnolencia hasta complicaciones graves de enfermedades ya existentes.

La utilización de fármacos con efectos sobre nuestro organismo puede ser beneficiosa, pero también puede ser tóxica e incluso letal si no se tienen en cuenta las enfermedades preexistentes, otros medicamentos que ya esté tomando y que podrían producir interacciones, o sin una dosis ajustada a las características de cada persona (edad, sexo, talla, etc.).

Una de las cosas que más nos preocupa a los profesionales de la salud por su frecuencia es el abuso de los antibióticos; este hecho fomenta la aparición de resistencias bacterianas, cosa que hace necesario empezar el tratamiento con otro antibiótico.

Hay muchos medicamentos para sanar o aligerar diferentes enfermedades y síntomas; sin embargo, nos centraremos en los fármacos que son más utilizados.


Medicamentos más comunes

Automedicación

Antibióticos

Un antibiótico es una sustancia química que tiene la capacidad de inhibir el crecimiento de microorganismos o eliminarlos.

El primer antibiótico, la penicilina, fue descubierto por Alexander Fleming en el año 1929. A principios de los años cuarenta, durante la II Guerra Mundial, existía la necesidad de tratar las infecciones provocadas por heridas de guerra, y se invirtieron muchos recursos en investigar y purificar la penicilina. Los antibióticos pronto se hicieron de uso generalizado, lo cual supuso un avance terapéutico en el tratamiento de las enfermedades infecciosas.

Los antibióticos actúan sobre infecciones producidas por bacterias, pero no sobre otras como la gripe o los resfriados que son producidas por virus; en estos casos son totalmente inactivos. Además, cada antibiótico actúa de manera específica sobre un tipo de bacteria, pero no contra todas; esto es el espectro de acción, que es la capacidad de un antibiótico para destruir una bacteria concreta. Algunos se consideran de pequeño espectro porque actúan específicamente contra un número determinado de microorganismos; y otros, al contrario, se consideran de espectro amplio porque actúan contra una gran variedad de microorganismos.

Actualmente, el uso generalizado de antibióticos ha puesto de manifiesto que un mal uso comporta a menudo una falta de efectividad y un aumento de las resistencias.

Los microorganismos elaboran defensas ante los antibióticos, evolucionan y sufren mutaciones; si a esta capacidad que tienen añadimos otras circunstancias, como el uso indiscriminado o inadecuado, sin ajustarnos a las dosis establecidas, ni a la duración del tratamiento, estamos facilitando que los microorganismos creen resistencias más rápidamente.

Analgésicos

Los analgésicos son medicamentos que calman y disminuyen la intensidad del dolor, pero no todos son iguales ni actúan de la misma manera sobre el organismo. Cada medicamento tiene sus ventajas y riesgos, y cada tipo de dolor puede responder mejor a un tipo de analgésico que a otro. Según su mecanismo de acción, los podemos dividir en dos grandes grupos: analgésicos opiáceos y analgésicos no opiáceos.

Analgésicos opiáceos

Son derivados del opio, pueden ser naturales o sintéticos. En el sistema nervioso central hay unas sustancias endógenas (es decir, las fabrica el propio organismo): son las encefalinas y las endorfinas; éstas, al unirse a los receptores de las neuronas, inhiben los impulsos dolorosos. Los opiáceos actúan haciendo la misma acción que las encefalinas y las endorfinas pero son mucho más potentes.

Según su potencia de acción distinguimos:
  • Opiáceos menores (Codeina, Tramadol): se utilizan en dolores comunes como es el caso de la artrosis.
  • Opiáceos mayores (Morfina, Metadona): se utilizan para tratar dolor severo, se administran bajo supervisión médica.

Los analgésicos opiáceos tienen efectos analgésicos, sedantes y antitusígenos, pero tienen también efectos no deseados como estreñimiento, náuseas y vómitos. Otros efectos son somnolencia y mareo, sobre todo en fases iniciales del tratamiento; además, los opiáceos mayores pueden producir depresión respiratoria y en tratamientos largos generan adicción.

Todos los opiáceos necesitan receta para su dispensación pero, además, los opiáceos mayores son estupefacientes, lo que significa que están regulados por las autoridades sanitarias y precisan, junto con la receta convencional, una receta especial de estupefacientes.

Analgésicos no opiáceos

Cuando recibimos un estímulo doloroso nuestro organismo pone en marcha un mecanismo de producción de sustancias que dan lugar a las prostaglandinas; éstas son mediadoras del dolor y la inflamación. Los no opiáceos actúan evitando que se produzcan las prostaglandinas, inhibiendo un enzima de su cadena. Bien utilizados, estos analgésicos son seguros y eficaces, proporcionan alivio rápido en dolores leves o moderados. Tienen efectos analgésicos, antiinflamatorios y antipiréticos (disminuyen la fiebre).

No necesitan receta médica para su dispensación, pero no están exentos de riesgos.
Los no opiáceos más comunes son:
Paracetamol

Este principio activo está indicado para el tratamiento del dolor leve o moderado, como la cefalea, dolores menstruales o dentales y para la fiebre; tiene poca actividad antiinflamatoria. Empieza a hacer efecto entre los 30 y 60 minutos de la ingestión y dura entre 4 y 6 horas. A dosis habituales los efectos adversos son raros, pero una sobredosificación tiene efectos tóxicos para el hígado y con menos frecuencia sobre el riñón.

Ácido acetilsalicílico (AAS)

Eficaz para combatir dolores ocasionales leves como dolor de cabeza, dolores dentales, etc. y para bajar la fiebre. Los principales efectos son antiinflamatorios, analgésicos, antitérmicos y, en dosis bajas, antiagregante plaquetario (ayudan a prevenir la formación de trombos, lo que nos protege contra enfermedades cardiovasculares). Los efectos adversos son generalmente leves y se asocian a molestias digestivas; se recomienda tomar el AAS con las comidas para disminuir estos efectos. Está especialmente contraindicado para personas que sufran úlcera gastrointestinal. No se recomienda el uso a menores de 16 años durante procesos víricos debido al riesgo de síndrome de Reye (encefalopatía y hepatopatía).

Antiinflamatorios no esteroides (AINE)

Los AINE, como por ejemplo, el ibuprofeno, el diclofenaco o el piroxicam, son un amplio grupo de fármacos que, sin ser exactamente iguales, tienen una estructura química similar y unos efectos farmacológicos comunes, pero existe una gran variabilidad en la respuesta de cada paciente y en la incidencia y tipos de efectos adversos. En dosis únicas los AINE tienen actividad analgésica comparable con el paracetamol, a dosis continuadas tienen efectos antiinflamatorios y analgésicos duraderos, por lo que están indicados para dolores continuos y regulares, secundarios a la inflamación. Tienen también efectos antitérmicos. Los efectos adversos más frecuentes son náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal. El ibuprofeno es el que produce menos efectos adversos. Los AINE los dispensan en las farmacias sin receta médica.

Psicofármacos

Medicamentos utilizados para tratar trastornos psicóticos, trastornos depresivos, trastornos bipolares, ansiedad y sueño, trastornos obsesivo-compulsivos, crisis de pánico, etc.

Los psicofármacos actúan de forma diferente según se trata de tranquilizantes o de estimulantes, tienen efectos sobre el sistema nervioso central, y ello los hace especialmente peligrosos cuando se combinan con alcohol u otras drogas.

Debido al ritmo de vida acelerado, problemas emocionales, etc., pueden desencadenarse procesos importantes de ansiedad, insomnio y estrés, alteraciones muy habituales en la población en general. Este grupo de fármacos ayudan a mejorar los síntomas negativos que percibe el afectado, pero mal utilizados pueden crear adicción y tolerancia, así como otros efectos sobre el hígado o los riñones.

Los antidepresivos se usan para tratar depresiones. Hay que tener en cuenta que la respuesta al tratamiento antidepresivo habitualmente es retardada, pudiendo pasar un intervalo de entre dos y seis semanas, como mínimo, para que se produzca la máxima mejora.

Los ansiolíticos y los hipnóticos más utilizados son las benzodiacepinas. El tratamiento de la ansiedad debe estar limitado a la dosis mínima efectiva durante el tiempo más corto posible.

Hay que tener en cuenta que todos estos fármacos provocan dependencia psicológica y física, por ello deben retirarse de manera lenta y progresiva. Además, pueden alterar la capacidad para conducir y manejar maquinaria; los efectos del alcohol y otras drogas, o hasta los efectos de otros medicamentos, pueden potenciarlos.

Es necesaria la receta médica para la dispensación de estos fármacos.

Asociaciones farmacológicas

Las asociaciones de fármacos son preparados que contienen más de un principio activo, normalmente se asocian dos fármacos que se complementan o potencian. Son muy útiles sobre todo cuando se asocian analgésicos, pero tienen como principal inconveniente que si surge una reacción alérgica es más difícil determinar a qué sustancia se debe.


Recomendaciones

Automedicación
  • Todos los medicamentos se acompañan de prospecto. Es preciso leerlo siempre con atención, ya que en éste se detallan tanto las indicaciones como las contraindicaciones o precauciones que es preciso tener en cuenta en cada caso.
  • Mantenga los medicamentos en sus envases originales y con su prospecto.
  • Revise periódicamente la fecha de caducidad de sus medicamentos.
  • Los colirios, una vez abiertos, deben guardarse en la nevera y caducan en una semana.
  • Si toma forma líquida de algún medicamento (jarabes), utilice la medida o dosificador del envase.
  • Manténgalos fuera del alcance de los niños.
  • Si está embarazada o hay la posibilidad de estarlo, no tome ningún fármaco sin haber consultado con el médico.
  • Si toma antibióticos:
    • Los antibióticos no bajan la fiebre ni disminuyen el dolor, se usan para tratar enfermedades bacterianas.
    • El médico le indicará cuándo necesita el antibiótico, cuál y durante cuánto tiempo, ya que cada antibiótico es para una enfermedad concreta.
    • Consuma el ciclo cumplido de antibiótico recetado por el médico (si el tratamiento se abandona antes de tiempo, algunas bacterias podrán reproducirse y hacerse resistentes), tómelos a horas regulares y no reduzca el número de tomas para evitar que los gérmenes se multipliquen, aunque se encuentre mejor.
    • Una vez acabado el tratamiento, si le sobra medicación, no la guarde ya que los antibióticos pierden eficacia con el tiempo, llévela a la farmacia para una correcta destrucción.
    • A veces, el médico ante una infección vírica puede prescribir antibiótico cuando percibe un riesgo de sobreinfección bacteriana por la posibilidad de enfermedades subyacentes o en ancianos.
  • Si toma analgésicos:
    • Cuando vaya a comprar un fármaco sin receta debe tener en cuenta los posibles efectos secundarios y contraindicaciones. Nunca compre sin receta un medicamento que la requiera; obviamente, el farmacéutico tampoco debe dispensarle sin receta aquello que la necesita.
    • Cuando compre el medicamento por iniciativa propia, es importante que especifique en la farmacia posibles condiciones especiales, como posibilidad de embarazo, hipertensión arterial, enfermedades cardíacas, enfermedades crónicas como diabetes, hemofilia, etc., ya que éstas pueden afectar a la reacción o absorción del medicamento.
    • Los analgésicos aligeran el dolor, pero no suprimen la causa; por lo tanto, es aconsejable que ante un dolor del cual se desconoce el origen consulte a su médico.
    • En cualquier caso, si a pesar de utilizar un medicamento, el dolor persiste, empeora o aparecen otros síntomas, consulte a su médico.
    • Vigile las interacciones que se pueden producir entre los medicamentos, ya que pueden restar o potenciar la eficacia; consulte siempre a su médico o farmacéutico.
  • Si toma psicofármacos:
    • La prescripción de psicofármacos hay que complementarla con terapia psicológica, ya que el medicamento mejora los síntomas pero no soluciona la causa del malestar.
    • En muchos casos, los efectos secundarios se pueden confundir con los síntomas de la propia enfermedad.
    • Tenga en cuenta que los efectos secundarios son diferentes para cada persona y que no todo el mundo los sufre con la misma intensidad.
    • No tome nunca un fármaco de estas características sin el asesoramiento y seguimiento del médico.
    • No mezcle estos medicamentos con alcohol u otras drogas.
    • No aumente nunca la dosis del fármaco ni suspenda de golpe el tratamiento por su cuenta.

El botiquín

el botiquin

Un botiquín es un pequeño armario, caja, cajón, etc. que se pueda cerrar y sirve para guardar medicamentos y material para realizar unos primeros cuidados de pequeños accidentes o para aligerar algunos síntomas como la fiebre o el dolor.

El botiquín debe estar en un lugar protegido de la luz, el calor y la humedad y fuera del alcance de los niños y en un lugar conocido por todos los que lo puedan necesitar.

¿Qué debe contener?

  • Analgésicos, antitérmicos y antiinflamatorios
  • Medicación habitual prescrita por el médico
  • Alguna pomada para aligerar el picor de las picaduras de insecto
  • Material de cuidados:
    • Gasas estériles, algodón, vendas, esparadrapo, tiritas
    • Tijeras y pinzas
    • Alcohol, agua oxigenada
    • Antisépticos a base de solución yodada
    • Teléfono emergencias 112