La dieta mediterránea como modelo de salud

Publicado el: 18/08/2018
Obesidad

Seguir una dieta equilibrada como la dieta mediterránea proporciona muchos beneficios para la salud científicamente probados. Numerosas investigaciones han demostrado que la dieta mediterránea puede ser la clave para prevenir muchas enfermedades cardiovasculares, y quizás sea el secreto de la longevidad de algunos europeos.

Sus propiedades saludables ayudan a prevenir y combatir la hipertensión arterial, el colesterol, la diabetes, la obesidad, los problemas cardíacos y los factores de riesgo de algunas enfermedades mentales (demencias seniles, Alzheimer, etc.).

Además, la dieta mediterránea aporta una gran cantidad de antioxidantes que protegen del envejecimiento celular y del cáncer. La dieta mediterránea consiste en una ingesta cuantitativa y cualitativa determinada, basada en una dieta equilibrada y variada. La comida suele preparase al horno, al vapor o con ollas y guisados suaves.

Además, si se acompaña de unos hábitos de vida saludables, con ejercicio físico regular, paseos al sol, siestas, y se evita el tabaco y el estrés, esta combinación constituye la mejor medicina para poder disfrutar de una buena calidad de vida. 

Sus características fundamentales son una baja aportación de carne roja y un consumo relativamente alto de frutas y verduras frescas y de temporada, cereales y leguminosas, pescado y carnes blancas, frutos secos, aceite de oliva y, opcionalmente, un consumo moderado de vino en las comidas. La explicación de la pirámide ayudará a una mejor comprensión de estos rasgos.

Beneficios del consumo de algunos alimentos que forman parte de la dieta mediterránea

Aceite de oliva, frutos secos y pescado azul. Diferentes estudios demuestran que las grasas monoinsaturadas (ácido graso que contiene un enlace doble) del aceite de oliva, juntamente con las grasas poliinsaturadas (ácido graso que contiene como mínimo dos enlaces dobles) de los frutos secos (nueces, almendras, avellanas) y del pescado azul (sardinas, caballa, salmón), son cardiosaludables. La evidencia científica ha puesto de relieve que estas grasas insaturadas ayudan a mantener un nivel correcto de colesterol, ya que hacen disminuir el colesterol LDL (conocido popularmente como "malo") y aumentar el colesterol HDL (conocido como "bueno") y, así mismo, ayudan a disminuir también los niveles de triglicéridos y la tensión arterial. 

Frutas y verduras frescas, y de temporada. Aportan polifenoles (grupo de sustancias químicas que se encuentran en las plantas, con poder antioxidante), vitaminas y minerales, antioxidantes y fibra dietética que, además de proteger de las enfermedades cardiovasculares, tienen otros beneficios importantes para la salud: facilitan el tránsito intestinal, mantienen los niveles apropiados de azúcar en la sangre y retardan el envejecimiento.

Lácteos. como la leche, los yogures y los quesos, especialmente las variedades bajas en grasas. Los lácteos representan una aportación proteica fundamental por la aportación de calcio, que contribuye a la salud ósea. Además, los yogures ayudan a mantener el intestino sano gracias a sus fermentos lácteos, que también contribuyen a aumentar la inmunidad.  

Vino. Una copa al día es placer y salud. Los científicos han demostrado que un consumo moderado de vino tinto (sólo en adultos sin contraindicación médica y nunca en niños ni en mujeres embarazadas) ayuda a mantener limpias las arterias gracias al tanino que contiene. Sin embargo, por encima de los 30 gramos diarios, el alcohol causa graves daños en el hígado, el cerebro y el corazón. Según las recomendaciones nutricionales de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), las mujeres pueden tomar una copa de vino al día y los hombres, dos. Estas cantidades pueden variar en función de la edad, el sexo y la actividad física diaria. Los mismos beneficios del vino pueden encontrarse en las uvas en el mosto.