Adiós, vacaciones… volvemos fuertes y con energía

Temas: Prevención  |  Tipos: Artículo
Publicado el:  02/09/2022

Las rutinas y estímulos de actividad que tanto nos ayudan a organizar y afrontar nuestro día a día prácticamente desaparecen durante el periodo vacacional. El descanso asociado a este periodo nos permite reducir el ritmo de actividad diario y aparcar especialmente aquellas responsabilidades o tareas que percibimos como más estresantes o de mayor requerimiento. Son estas circunstancias que se producen en vacaciones (menor exposición a situaciones exigentes o de las que se derivan consecuencias negativas) las que mejor explican los beneficios del descanso, y no tanto la duración del período vacacional disfrutado. Una vez agotado, retomar las disciplinas, exigencias y responsabilidades habituales nos genera un proceso de adaptación y reajuste directamente relacionado con el estilo de vida desarrollado.

Los beneficios que aportan los periodos de vacaciones, principalmente recuperación física y psicológica de las personas, repercuten sobre los resultados tanto de la propia persona (estrés y burnout), como de la organización (nivel de desempeño y absentismo).

El concepto Síndrome de Estrés Postvacacional, referido de este modo con frecuencia en la literatura, deriva de la extensión de lo recogido en 1955 en la revista Psychoanalytic Review como Holiday Syndrome. Este término describe la sintomatología que padecen, tras el retorno al trabajo, algunas personas después de una larga ausencia. Por tanto, se trata de un síndrome postvacacional al que se añade con frecuencia el término estrés, dada la sintomatología que presenta el cuadro y su relación con el descrito por el psicofisiólogo H. Selye como Síndrome General de Adaptación.

Definido como un trastorno adaptativo (transitorio), sin llegar a estar reconocido como síndrome o patología, produce una afectación en la percepción que la persona tiene sobre su bienestar y calidad de vida (se asocia con sensación de cansancio, agotamiento, fatiga, ansiedad, trastornos del sueño), y su actividad (disminución de rendimiento o falta de concentración). Esta sintomatología remite con el paso del tiempo, pero puede interferir en el desempeño a todos los niveles, incluido el laboral, hasta aproximadamente dos semanas tras la reincorporación al trabajo (duración aproximada de este trastorno constatada en estudios).

Por ello, resulta de especial relevancia realizar actuaciones desde el área de la Psicología de la Salud Ocupacional que desarrollen y refuercen las capacidades de las personas en la fase de retorno al trabajo tras las vacaciones, estableciendo recomendaciones para emprender el periodo de readaptación de forma progresiva, en el que se retomen hábitos y rutina diaria.

Las organizaciones constituyen un entorno clave e idóneo para llevar a cabo intervenciones que faciliten a las personas trabajadoras el afrontamiento de este retorno, y de forma más saludable.

Algunas recomendaciones pueden ser:

  • Planificar, en la medida de lo posible, el desplazamiento de retorno desde el lugar de vacaciones de manera que no se produzca el día anterior a la reincorporación laboral. Procurar una vuelta progresiva a entornos y rutinas habituales.
  • Retomar rutinas de horarios y actividades que faciliten equilibrar progresivamente los biorritmos, al menos durante el periodo final de vacaciones (por ejemplo: recuperar la hora de levantarse por la mañana o regularizar horario de comidas).
  • Regular progresivamente (sin llegar a eliminar) actividades sociales y de ocio que han proliferado durante el periodo vacacional. Facilitará la recuperación de rutinas cotidianas.
  • Identificar motivaciones para la vuelta a la actividad (compartir con compañeros/as de trabajo o asumir retos profesionales).
  • Siempre que sea posible, iniciar la actividad laboral de manera progresiva (por ejemplo, planificando la reincorporación a mitad de semana).
  • Los primeros días pueden surgir pensamientos negativos sobre la capacidad de trabajo, las responsabilidades laborales y sensación de falta de control. Regular, en la medida de lo posible, el nivel de autoexigencia estos primeros días.
  • Tras la reincorporación y rutina diaria, dormir lo suficiente y practicar alguna actividad física moderada, o retomar el deporte habitual como parte de nuestras rutinas. Practicar también alguna técnica de relajación, meditación o mindfulness.
  • Pensar y planificar alguna actividad agradable a corto-medio plazo (“la siguiente escapada”), como recurso para atenuar efectos negativos de la readaptación.

Poniendo en práctica pautas de autocuidado como las indicadas, potenciaremos nuestra capacidad de adaptación y resultará más fácil gestionar este proceso de reajuste. Retomaremos así, hábitos y rutinas diarias de forma más equilibrada, favoreciendo nuestra vuelta al trabajo con más fuerza y energía.


Autoras

María Villaplana García, coordinadora de Desarrollo Científico de la dirección Técnica de I+D de Mutua Universal.

Paula Fragueiro Barros, técnica de I+D+i, especialista en psicosociología aplicada. Área de Prevención de Mutua Universal.

Concepción Ibáñez García, técnica de I+D+i, especialista en psicosociología aplicada. Área de Prevención Mutua Universal.

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