‘Agile’, un nuevo modelo de liderazgo empresarial
Vivimos tiempos turbulentos, de cambios tecnológicos y profunda disrupción, que exigen nuevos modelos de liderazgo y organización del trabajo basados en la capacidad de adaptación y el aprendizaje continuo.
Aunque la pandemia de coronavirus las haya acelerado, son tendencias ampliamente conocidas y que llevan varios años marcando la vida económica y social.
Pese a ello, según el estudio “Redefiniendo el liderazgo en la era digital” (Centro Global para la Transformación Digital, 2017), menos del 15% de los líderes se consideran “muy preparados” para hacer frente a las demandas de un entorno de disrupción digital, mientras que la mayoría de los participantes (casi el 80%) están “comenzando a prepararse” o se definen como “más o menos preparados”. Antes esta situación, muchas empresas han ido quedando rezagadas en lo relativo a innovación y, como se ha comprobado en los últimos meses, no estaban preparadas para responder correctamente a las nuevas exigencias del mercado.
En este entorno surge la metodología Agile, que puede definirse como un cambio en el sistema de trabajo para cumplir con un proyecto de una manera rápida, flexible y adaptada a las circunstancias que marca, principalmente, el ritmo de avance de la tecnología. La implantación de Agile exige un cambio en la cultura organizacional de la empresa: empodera a los equipos y les dota de una mayor autonomía e interacción, que redunda en una mayor motivación y responsabilidad de los profesionales y, a la larga, en una mayor productividad y calidad los productos o servicios que se desarrollan. Esta fórmula está pensada fundamentalmente para proyectos que requieran de una gestión rápida, sea cual sea el sector de actividad, mediante a una organización flexible y autónoma de los equipos.
Entre los principales beneficios de la filosofía Agile destacan:
1. Mejorar la calidad del trabajo, reduciendo los errores/problemas.
2. Aumentar la satisfacción del cliente.
3. Incrementar el grado de compromiso, motivación e implicación de los equipos implicados.
4. Trabajar de forma más rápida y eficiente.
5. Aumentar la productividad.
En su aplicación, es fundamental la figura de un líder (agile leadership) con capacidad de orientar y empoderar a los equipos, que los acompañe a establecer los diferentes roles, definir la estrategia y los objetivos, y coordinar las tareas multidisciplinarias. Este líder será la persona encargada de aumentar la agilidad en las diferentes áreas, por lo que debe ponerse siempre al servicio del equipo y estar presente en cada proceso de generación de ideas para inspirar creatividad y potenciar la adaptación e innovación.
El estudio “Redefiniendo el liderazgo en la era digital” señala que los líderes no solo deben estar comprometidos con la visión de futuro, sino que también deben tener voluntad para aprender y buscar las aportaciones procedentes tanto de sus empleados como del exterior. Las cuatro características de este líder serían “humildad, adaptabilidad, carácter visionario y compromiso”.
Fuente: IMD (Estudio redefiniendo el liderazgo en la era digital), BBVA