El derecho a la desconexión digital

La pandemia ha acelerado muchas de las tendencias que se venían desarrollando con anterioridad. La principal transformación en el ámbito laboral está relacionada con la implantación masiva del teletrabajo, vinculado básicamente al desarrollo de soluciones tecnológicas que permiten a los empleados realizar sus tareas habituales a distancia.
El teletrabajo comporta una serie de ventajas relacionadas, principalmente, con la flexibilidad horaria y la conciliación entre la vida familiar y laboral. A nivel social, destacan también los beneficios relacionados con la reducción de la contaminación al producirse menos desplazamientos, entre otros. Sin embargo, la implantación improvisada de este modelo laboral ha acarreado también jornadas de trabajo más largas y una cierta indefinición de los límites horarios.
Según un análisis de NordVPN recogido por Forbes, la jornada laboral de los profesionales españoles que teletrabajan se alarga al menos dos horas más cada día en comparación a cuando acudían a la oficina. Todo ello afecta al equilibrio entre la vida personal y laboral, así como al desarrollo de las responsabilidades asistenciales y familiares. Además, impacta en el bienestar y la salud física y mental.
Entre las posibles causas de estos desequilibrios se encuentra la falta de margen para la adaptación y preparación tecnológicas, que está implicando un tiempo extra para los empleados en forma de “más horas de trabajo”. Por todo ello, se ha considerado necesaria una desconexión digital que evite que la vida laboral se inmiscuya en la familiar. A todo ello hay que sumar también que no existe una verdadera cultura del teletrabajo que ayude a separar ambas esferas.
El Parlamento Europeo ha aprobado recientemente una resolución para regular el derecho a la desconexión digital mediante una directiva. El objetivo es tratar de equilibrar las ventajas socioeconómicas de las nuevas tecnologías con los riesgos que supone para los trabajadores no garantizar dicha desconexión. Así, entre otras acciones, se contemplan las siguientes medidas:
- Implantación de modalidades prácticas de apagado de las herramientas digitales con fines laborales, incluido cualquier instrumento de vigilancia relacionado con el trabajo.
- Registro de jornada diario.
- Realización de evaluaciones de la salud y la seguridad, incluidas las de riesgos psicosociales, en relación con el derecho a la desconexión.
- Adopción de medidas de concienciación y formación sobre desconexión digital. Además, los empleadores estarían obligados a informar por escrito a sus empleados sobre su derecho a la desconexión digital.
El desafío se encuentra en adoptar medidas de conciliación adecuadas para proteger el descanso efectivo y, con ello, garantizar una mayor productividad y bienestar de los empleados. La desconexión digital resulta una medida imprescindible para que el trabajo a distancia se convierta en una tendencia del futuro con beneficio mutuo para empresas y trabajadores.
Fuente: RRHH press, Panel de expertos ISS