Aprende a combatir el estrés con estas pautas
Uno de los problemas más comunes de la sociedad actual es el concepto que conocemos por estrés. El ritmo frenético de nuestro día a día, las responsabilidades laborales, los gastos, nuestras obligaciones y la falta de tiempo para nosotros mismos hacen que acabemos desbordados y suframos de estrés.
Pero ¿cómo debemos afrontarlo?
Primero, debemos ser conscientes de que los hábitos de salud de nuestro a día a día son los principales factores que influyen positiva o negativamente en nosotros.
El estrés se expresa de manera diferente en cada uno de nosotros, por ello, debemos ser conscientes de cómo se refleja en nosotros mismos para detectarlo desde el primer momento.
El sueño:
La falta de sueño y descanso puede agravar la sensación de “no poder más” y aumentar nuestro nivel de estrés.
Dormir permite al cuerpo recuperarse de la actividad y desgaste diario. Durante el sueño desciende nuestro ritmo cardíaco, la temperatura, la respiración y el gasto energético. Para que sea realmente reparador en un adulto, debe tener una duración mínima de entre 6 y 8 horas.
Procura un ambiente silencioso, oscuro y con temperatura adecuada.
- Establece un horario, principalmente para levantarte; así se regulariza la hora de dormir.
- Evita tomar alimentos pesados antes de acostarte (al menos en las tres horas anteriores).
- Evita estimulantes: café, bebidas con cola, té, alcohol o tabaco, (especialmente a partir de media tarde).
- Evita hacer ejercicio físico fuerte antes de ir a dormir.
- Si te cuesta conciliar el sueño, practica antes de acostarte alguna técnica de relajación sencilla.
El equilibrio entre la vida laboral y la personal
- Identifica cuáles son las áreas/esferas de la vida relevantes para ti. Anota cuánto tiempo, cuidados y esfuerzo te gustaría poder dedicarle a cada una de ellas.
- Sobre estas mismas áreas/esferas, anota ahora cuánto tiempo, cuidados y esfuerzo le dedicas realmente. Junto con la información anterior, tendrás identificadas las áreas de mejora. Sólo te queda organizarlas por prioridades, para irlas acometiendo de forma progresiva.
- Piensa en qué pautas te pueden ayudar a conseguir las mejoras que te hayas propuesto (algunos ejemplos: reorganizar la gestión que hago de mi tiempo de trabajo, delegar las tareas “x, y z”, variar mis hábitos de trabajo “x, y z”).
- Cuando hayas conseguido un cambio que valoras como positivo, celébralo; ¡te lo mereces!
Tener objetivos claros te ayudará a priorizar adecuadamente.
¿Cómo debemos comer?
- Mantén horarios regulares en la alimentación. Evita comer entre horas, a media mañana y media tarde recurre a alimentos bajos en calorías: bebe agua, come una manzana o un yogurt desnatado.
- Come en un ambiente relajado y cómodo… y si es posible en compañía, ya que cuando estamos solos tendemos a comer más deprisa.
- Ingiere los alimentos pausadamente para favorecer la digestión. Si dispones de poco tiempo recuerda que es mejor comer menos y con calma que hacer una comida completa a toda prisa.
- Evita discutir de negocios o problemas familiares durante la comida. Esto hace que el ritmo cardiaco suba y comencemos a sentirnos tensos. De este modo comeremos más deprisa y masticaremos menos.
- Procura no saltarte ninguna comida. Esta práctica puede provocar trastornos metabólicos que aumentarán tu nivel de ansiedad y, además, provocarán que acumules grasa en tu organismo.
- Intenta que tu comida sea atractiva. A la vista, al gusto, al olfato… así evitarás que se haga monótona.
¡Ríe!
Mantén un buen sentido del humor, intenta ser optimista, te ayudará a pensar de forma más positiva para conseguir alcanzar tus objetivos. El optimismo no consiste en pensar “todo es maravilloso y aquí nunca pasa nada malo”, es simplemente la capacidad de luchar con ánimo para salir adelante.
Aprende a centrarte en las emociones positivas. Fíjate unos objetivos realistas que te motiven y animen, en lugar de centrarte únicamente en los obstáculos que van surgiendo en el día a día.